Espejismos.

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Vaya por delante que no soy un experto en economía. Bueno, ni en economía ni en nada. A qué mentir. Sin embargo, me voy a tirar a la piscina y dar mi opinión sobre la cifra del paro del mes de junio. Sí, la que ha salido hoy y que el Gobierno y muchos medios de comunicación celebran como el principio del fin de la crisis. Y es que los que se apuntan al paro han bajado en más de ciento veinte mil personas.

Y sí, es una buena noticia. Siempre que haya menos gente en paro, hay que alegrarse. Sobre todo en la situación que vivimos. Pero no lancemos las campanas al vuelo. Porque, esta cifra, siendo buena, tiene, en primer lugar, trampa. Sí, habrá mucha gente que ya no esté apuntada al antiguo INEM porque haya conseguido un empleo (precario, casi seguro). Pero también hay gente que, cuando deja de cobrar el subsidio, se borra porque ya no le sirve para nada.

Aparte de este factor, por mucho que nos diga Mariano Rajoy que la cosa va a ir a mejor, todos sabemos que, en cuanto pase el verano, nos vamos a pegar otro batacazo. Porque, todos sabemos, que todo ese empleo estacional depende del turismo, el único motor de la economía. Y ahí está, creo, la madre del cordero. Ahí está el problema fundamental: que no tenemos industria.

Ya digo que no soy ningún experto en economía pero, sin serlo, parece de cajón pensar que un país que no produce prácticamente nada, que fabrica los productos que exporta en países en vías de desarrollo o del tercer mundo (véase Inditex y otros) es un país que no va a volver a crear empleo. El vacío que dejó la burbuja inmobiliaria no se ha cubierto con nada y, lo que es peor, durante los últimos veinte años nos hemos dedicados a cargarnos la industria española.

Así que, o mucho me equivoco (ojalá lo haga, de verdad) o entre noviembre y diciembre el paro volverá por sus fueros, los salarios seguirán bajando drásticamente (para alegría de los miembros de la CEOE) haciendo bajar el consumo y nuestra economía seguirá en estado comatoso.

Pero ya digo que yo no soy ningún experto en economía. Claro que, visto lo visto, los que dicen que sí lo son, nos mienten.

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